viernes, 30 de abril de 2010

Tu palabra cruza los mares

Cruza los mares tu palabra
y retumba en las ruinas de Roma.
Acaricia capiteles rotos,
besa fachadas de los templos,
agita las aguas de la Fontana
y me alcanza en Plaza Navona,
junto a unos pobres músicos locos.
Y te pienso y vibro y tiemblo.

Imagino tu piel salada,
su sabor embargando mi boca,
clavados en mí, lanzas, tus ojos,
y me pongo a deletrear arpegios,
y rozo tus piernas como cuerdas de arpa
y empiezas a pronunciar mis notas
y se queman los pentagramas solos
y mi aire se consume en tu pecho...

Cruza los mares tu palabra
y te pienso y vibro y tiemblo.

jueves, 29 de abril de 2010

miércoles, 28 de abril de 2010

Frágil

Piensa la palabra más sencilla,
esboza una sonrisa nada más,
corta la rosa más frágil
y me tendrás.

martes, 27 de abril de 2010

FlasH

Se agarran amorosamente
de la cintura.
Apegan sus hombros.
Él queda algo más alto.
Ella se cobija en su cuello.
El chico ajusta su gorra,
estira el brazo,
lo centra,
evita moverse.
Se juntan más.
Quietos.
Sonríen juntos
durante unos segundos.
Breve espera.
Detrás pasa un pájaro.
Ya está.

Han capturado un momento
que ya no existe
ni volverá.
Pero ignoran que a dos metros
yo con mi pluma
se lo acabo de duplicar.

lunes, 26 de abril de 2010

Empújame

Asústate de mí.
Asómbrate conmigo.
Échame a patadas.
Lárgame a empujones.
Ríete a carcajadas.
Despídeme del todo.
Resopla, sí, sí.
Pero que sepas una cosa:
seguía al otro lado de la puerta,
porque me cuesta irme.

Y morderme los labios fuera.

Entre las encinas


El campo tiene algo que cada vez que lo pisas te hace comer como un descosido, quizá como buscando una excusa para darte el espléndido paseo vespertino y que te dé el aire que huele a aire de sierra, el olor de la tierra mojada no lejos, el perfume de las encinas y las jaras salpicado de romero y tomillo. Y en una tarde de esas, en marzo no se puede dejar de aprovechar para coger unos espárragos en los matorrales que acompañan al río por sus dos riberas. Conjugar la humedad de alguna lluvia con los rayos de algún sol a través de las matas produce espárragos gruesos, altos hasta superar el metro, y uno al encontrarlos siente la alegría del que desentierra un tesoro único, aunque más adelante haya más, y al terminar luce un manojo de los de sorteo de pueblo. La tarde se llena de partidas de cartas, de boli de propaganda rellenando papeles traspapelados con un nombre y los puntos que cada cual acumula debajo. La prueba de que ya han pasado los años es que ahora al fin ganas alguna mano. Pero la prueba de que todo sabe a tarde de cartas en el cortijo es que al final siempre gana tu padre, quizá porque aún te queda por descifrar la técnica necesaria para conocer las cartas que tienen los otros sin olvidarte de las que ya salieron y no saldrán por tanto más. Quizá porque tiene la suerte de los campeones. Quizá porque es mayor que tú. Quizá porque es tu padre.


Me fui a la cama con la suprema satisfacción de los espárragos revueltos con huevo en una sartén de campo, del tiempo compartido con los míos y con el espíritu en mística unión con el arroyo, el árbol y toda la naturaleza, en un día en que el mundo encendía solo las velas para que viera algo de luz la Tierra.

sábado, 24 de abril de 2010

A través del balcón


He abierto el balcón
y me golpea la piel
un intenso viento húmedo
de fuerte aroma maduro
que me viene a vencer.
Cómo explicarte este revuelo...
Quema mis poros abiertos,
enciende mis ojos oscuros,
azota los pilares del deseo...
¡Oh, tú! ¡Sí, tú! ¡Ven!
Pronúnciame esta pasión.

Una mañana de sábado

Por la puerta del olvido
a veces desfilan sueños.
Por la ventana de los sueños
siempre se arroja el olvido
y no deja rastro en el suelo
al saltar del décimo piso
cuando los sueños nuevos
empiezan a brindar con vino.

viernes, 23 de abril de 2010

Desayuno ausencia

Desayuno ausencia
estos días absurdos
de sábanas sin arrugas
y almohada sin tu abrazo,
y la mañana se hace aguja
que gira estable y girando
clava en mi muñeca las horas,
estigmas de la impaciencia
que sólo sanará la mirada tuya
cuando en tu noche sonora
me crea que estás aquí al lado
para cenar en tus caderas
la presencia tuya
que en tu ausencia
tanto fue mi compañera.

Disculpa

Disculpa
por no saber jugar
a ser tu amigo,
pero ya probé el veneno
de tu cocina,
tu receta contra el olvido.

miércoles, 21 de abril de 2010

Firenze


Vi Florencia desde el cielo,
asomado al atardecer
sobre el Arno,
iluminada luego la noche
sobre su agua,
y quise sentir mi pasado
en cada piedra,
mi presente en cada mármol
y mi futuro...
mi futuro en tus labios.

martes, 20 de abril de 2010

El niño indio y las tormentas

El pequeño niño indio sabía ya escuchar a los mayores. En su tribu todos los niños jugaban a juegos bárbaros y él debía también hacerlo, sabía que formaban parte de su crecimiento y aceptaba, pero realmente disfrutaba cuando callaba junto a los sabios, cuando éstos conversaban y contaban sus historias en ceremonias ancestrales. Aquellos relatos le cautivaban y los escuchaba sentado, apoyando su cara sobre sus manos, y sus codos sobre sus piernas cruzadas. Así -como le había enseñado padre- sentía el latir de la Madre Tierra, que parecía empujar hacia las bocas de los mayores el aliento necesario para pronunciar todas las palabras. Ese misticismo le hacía estar seguro de que eran verdad cada una de ellas y por eso adoraba atender a todas esas cosas que, sin embargo, él no podía ver con los ojos.

Una tarde se oscurecieron las nubes y el cielo se pintó de un color rojo. El niño indio se asustó por no haber visto antes esa luz. A sus siete años estaba presenciando solo la primera gran tormenta de su vida sobre la tierra árida de las montañas en que había nacido. Su cara de miedo se convirtió en manantial de lágrimas cuando vio luces fugaces inundando el cielo rojo y oyó los truenos que el eco multiplicaba a su alrededor. Aterrorizado, cerró los ojos fuerte y, en apenas treinta segundos, el agua le caló su única pluma del pelo. Entonces sintió un abrazo fuerte que le levantaba de la tierra. De entre los sabios, su abuelo le acababa de apartar de la lluvia, librándolo del peligro de los rayos que, al abrigo de la roca, a salvo, vio caer sobre los árboles que él había visto crecer. Su abuelo le enseñó ese día a comprender los signos celestes y la manera secreta en que sus antepasados llegaban a dominar y ahuyentar las tormentas. Él lo escuchó fascinado, como siempre. Y aprendió.

Por eso, en estas noches de tormenta, el joven indio mira al cielo para leer en él, se deja mojar por los primeros segundos de la violenta lluvia y busca cobijo en la Madre Tierra, que siempre le ofrece abrigo junto a las rocas o en cuevas. Y cuando está a salvo baila sobre sus propias huellas, recordando a sus hermanos árboles a los que el rayo partió y a la vez dando gracias al sol por no haber sido alcanzado él. Y cuando más intensos se hacen los relámpagos y más sonoros los truenos, el joven indio enciende una hoguera, prende con ella una ramita y la alza hacia las nubes. Y entonces se acuerda de los sabios, de su abuelo, y ejecuta la parte final del ritual. Cuando enciende esa luz, canta.

A la luz tenue

Quiso subir la apuesta
con el tapete limpio
y las sillas vacías.

lunes, 19 de abril de 2010

Carbono

Al final todo es carbono:
el grafito de estas letras
en su simple y grisáceo tono,
portavoz de mis noches incompletas;
el carbón del calor rojo
que arde en las hogueras,
compañero del tardío otoño;
el diamante de las estrellas
con su cristal relumbroso,
prodigio, como tú, de belleza.
Los mismos átomos de carbono,
unidos por estructura diversa,
pero el diamante sufrió en el fondo
la presión y el calor de la tierra
largo tiempo para ser el lujoso
trozo de luz que todos desean.




Los mismos átomos,
pero unidos por una estructura diversa.

viernes, 16 de abril de 2010

Navega lento

Si la noche del mar
te esconde los faros,
navega lento hacia el dia:
hay caminos para ti
en el horizonte que no ves.

miércoles, 14 de abril de 2010

Baile de góndolas


Y al despertar
Venecia le dio
un abrazo de bruma
y fue al baile de góndolas
en el gran canal,
donde encontró
tras la máscara
sus ojos
otra vez.

sábado, 10 de abril de 2010

Nada ya

La calle silenciosa.
Los árboles quietos.
El coche en marcha.
Las luces apagadas.
El balcón solitario.
La ventana oscura.
La casa vacía.
Silba el viento.

viernes, 9 de abril de 2010

Entreno hastaluegos

A menudo irse
supone despedirse;
pero hay quien se despide
y volverá,
quien se marcha
sin un último abrazo,
y quien se va
sin saber que se iba
y sin avisarlo
y nos deja vacía la casa:
caben en ella la espera,
la tristeza y el ansia,
la duda y la sorpresa,
llena está de ellas
o de alguna,
pero vacía al cabo,
sin nada.
Hoy entreno hastaluegos,
busco palabras
que tiro como bolas de papel,
pronuncio frases posibles
para que sea imposible
no volver
o que no me esperes.
Pero me rindo,
lo siento.
Yo sólo quiero algo sencillo:
ver contigo el mar.

jueves, 8 de abril de 2010

miércoles, 7 de abril de 2010

En las yemas

Repito incesantemente
la caricia circular
de mi dedo pulgar
sobre las yemas
del índice y del corazón,
repasando el polvo estelar
del último tacto
por si queda algo
que no sea aire
ahora que no aprietas
mi mano.

martes, 6 de abril de 2010

Brújula

Alejado de países conocidos,
buscando mi tierra prometida,
prometiéndome luna tras luna
el suave trago del amanecer
-cerezas sabor a labios-,
desubicado,
deshojo ramitos de horas,
examino las estrellas,
adivino constelaciones
-o las invento-
con tal de buscar el sitio,
de no perderme
en esta locura de perder
las brújulas en el cabo.
Por eso duermo media noche.
Por eso te sueño la otra media.

lunes, 5 de abril de 2010

Veinte años

Veinte años
no es nada.
Nada.
Es ver crecer el cuerpo,
ver hacerse las almas,
asistir a racimos de cambios
en la vida de los nietos,
compartir manojos de vida
con las hijas o el abuelo.
Casi un tercio de tu existencia,
más de dos tercios de la mía,
tanto ha pasado ya.
El rosal se engalana ahora,
recuerdos,
se perderán las fotos
pero siempre estarás tú.
Memoria,
mariposa pequeña de los almendros,
revolotea por mi pecho.
Veinte años
te dura ya el viaje,
pero al marcharte
en verdad vuelves
siempre que yo quiero
-y cuando no-,
como mi cuerpo mínimo
de un lado a otro
cuando me mecías,
que me lo han contado.
Veinte años
no es nada.
Nada
para la eternidad de los que aman.

Teje y teje

Teje el tiempo
y espérame, Penélope,
que ya llego.

domingo, 4 de abril de 2010

¿Qué somos?

Somos un seremos,
un no seremos
y un quizá de amor
y de otras cosas.

Llegando a ser princesa


Papá le hablaba a su hija, aún pequeña, un día de cielo azul:

-¿Ves? Aquí viviremos nosotros. Aquí estará nuestra casa.

-¿Dónde, papá? Yo no veo más que hierba y tierra...

-Justo aquí donde estamos. Aquí construiremos nuestra casa, sobre este suelo.


La niña ignoraba que su padre había pensado para ellos un palacio. Ignoraba así que soñaría en una habitación de rosa y oro, como correspondía a la princesa en que se iba a convertir.
.
.
.
Dedicado a todos los padres del mundo que sueñan palacios para sus niñas,
y a todas esas niñas que buscan su propio camino para convertirse en princesas.


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