martes, 31 de julio de 2012

Tres de la tarde


Foto: Playa El Mónsul. Mil gracias a David Riveiro por fotografiarla y prestármela.

Tres de la tarde.
Estás tirada en la arena.
Tu toalla junto a la mía.
Ambos de costado.
Nos miramos.
Un brazo tuyo y otro mío
son el nexo visible
de nuestro lazo invisible,
de la seda que se teje
incesante entre tus ojos y los míos,
labor de araña experta.
La brisa se enfurece,
se hace viento,
despeina mil melenas.
Los más guapos se juntan
a pasear músculos.
Las más bellas se unen
para pasear pechos.
Los niños juegan más a las palas
y nos golpean diez pelotas.
Las madres les gritan más alto,
regañinas con solera.
Los niños les devuelven estentóreos llantos,
lágrimas de pícaros novatos.
El sol protesta en luz y calor,
refuerza sus rayos, nos quema.
Las lavas antiguas nos amenazan
con viejas piedras
desde lo alto,
olas volcánicas congeladas.
Todo el universo se agita,
Marte vocifera,
Neptuno brama,
cada elemento nos envidia,
se inquieta
de vernos dueños del tiempo,
de concederles solo un segundo
en nuestro pensamiento,
Venus se derrite.
Y yo descubro que habitabas la Luna,
por eso haces subir las mareas
sentada en mi orilla,
por eso,
ahora que me das este beso,
quiero salvar los versos
de este poema playero,
porque el mar se está creciendo,
aúlla,
ruge,
y veo que se nos viene encima
una ola de tres metros.
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