viernes, 25 de enero de 2013

Membranzas y esperanzas


Jaén. Paseo de la Estación hacia la Plaza de las Batallas.

Recuerdo tu costumbre de lamentos,
las mañanas rutinarias
que amanecían borrascas
antes que ser Peer Gynt sonando lento,
aquellas prisas en las caminatas,
clases de lunes tediosas
y las baldosas tramposas
de la universidad, que salpicaban.
Yo no era yo
ni tú eras tú,
pero era yo un poco tú,
y eras tú bastante yo,
puede que en la esencia de los colibríes,
quizá por buscar luciérnagas en las farolas,
por esperar a darme tiempo
para fabricar otros tiempos,
estos tiempos, críticos e incómodos, en suma.

Rememoro aquellas quejas añosas,
la ciudad me pide que hable
por este gris de las calles,
cenizas de una época ominosa
que plantó en el asfalto el opio que arde
y en las lenguas ambrosía
para construir un tranvía
y llevar a un pueblo a ninguna parte.
Y ahora tú que no eras tú
ven conmigo aunque no sea yo,
porque soy un poco como tú
y tú eres bastante yo.
Ven y giremos la fotografía.
¿Ves los árboles deshojados, sus ramas abiertas?
No están muertos, que se ríen,
ya masajean al cielo,
ya con sus penachos le hacen cosquillas,
y resplandecen vivaces luciérnagas
verdes, rojas y amarillas.
Abajo, a la altura de tu cabeza,
está la luz y el aire que necesitas.
Arriba, sobre tus suelas,
están las vías por recorrer.
Al frente aguarda la Victoria alada,
palma y corona en mano.
¿Te das cuenta? ¿No lo ves?
Que no te mareen, desaprende,
y no olvides que hubo una primera vez
que tocaste fondo
y empezó todo,
al otro lado esperaba más vida:
tú, sí tú, ibas a nacer.
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