Así quisiera el marinero marchar,
pensando que hay un día escrito
para volverla a besar,
un día no lejano, prontito,
para escuchar la risa de un hijo
entre el rumor del mar,
y no tener que soportar
que el calendario no trae días fijos,
que el océano muerde hasta matar,
saber que guarda bien el fondo marino
regresos esperados que no tendrán lugar,
promesas rotas tras miradas atrás,
semanas y meses de soledad y vino
sin tener otro destino
que el horizonte y esperar
que las aguas no trunquen el camino
ni conviertan la certeza en quizás…
Así quisiera el marinero navegar,
con un sí inscrito en su proa
una fecha grabada en popa
y delfines que no dejen de saltar
celebrando con sus silbidos
que seguro y pronto atracará,
pues la marea le trajo vivo,
que echó de menos pero fue poca
la ausencia de besos en su boca,
que le aguarda Amor en su hogar.