Hay tardes de domingo
que no son calladas,
con el silencio retumbando
en las paredes blancas,
como si tocaran a muerto,
lejos, las viejas campanas.
Hay tardes de domingo
que no son solitarias,
que no están los parques
tristes ni las hojas pisadas,
con los bancos vacíos
de cuentos de hadas.
Hay tardes de domingo
que no son atontadas,
que no te pesan los pies
para salir de casa
con cualquier plan,
con una sola excusa barata.
Hay tardes de domingo
que no son el final de la semana
tan lento y tortuoso
que se presenta con desgana.
Porque hay tardes de domingo contigo.
Y basta.
La lista de deseos
Hace 2 semanas
1 comentario:
También hay tardes de domingo
casi insoportables
porque tú...
no hablas
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