viernes, 29 de abril de 2011
Haiku de las lágrimas negras
llanto en el maquillaje
tacones rotos.
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lunes, 25 de abril de 2011
Desgraciadamente
lunes, 18 de abril de 2011
Él lo llama "espera"
jueves, 14 de abril de 2011
Derretimiento
Todo lo que se derrite,
se derrite con gustoso encanto:
las copas de plástico en el fuego,
la vela en la mesita de noche,
el terrón de azúcar en tu lengua,
un cubito de hielo en tu cuello,
el chocolate puro en tu pecho,
la helada nieve entre tus piernas,
yo en tu boca, tú en mis manos...
Casi todo lo que se derrite
se derrite con deleitoso encanto.
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lunes, 11 de abril de 2011
Plantado al atardecer
miércoles, 6 de abril de 2011
Nostalgia en dos tiempos
a los que Cassandra, de The Gossip Eye les ha dado luz y color,
imagen con su sello propio.
MIL GRACIAS. ¿Repetiremos? :)
- Cariño... -interrumpió cambiando bruscamente de tema.
- ¿Sí? - Te echo mucho de menos -le dijo mientras sentía su interior reblandecerse como un trozo de bizcocho en un bol de leche caliente.
- ¡Ufff! Yo también; me faltas mucho -le respondió ella haciendo que cada palabra sonase a suspiro.
- Ya... ¡Pero es que no sabes cuánto! -apostilló él con aire de rebeldía contra el mundo mientras callaba las noches regalando al aire besos sueltos que caían en las sábanas muertos, las veces que dejaba una mitad de la cama libre y tantas madrugadas enteras de abrazar el hueco que ella ya no ocupada a su lado, como queriendo patalear y resistirse al cambio, como recordándose de dónde venía... y adónde iba.
- ¿Sí?
- ¡Cariño! -gritó entrañablemente en dirección a las ranuras del portero automático junto a la puerta acristalada de la entrada que se abrió dejando el camino libre al chico que arrastraba su maleta gris.
- ¡Has llegado antes! -exclamó ella cuando, después de abrir la puerta y correr a mirarse al espejo para un último retoque de su melena y de su absoluta alegría, esperaba nerviosa e impaciente en la escalera.
- ¡Sí! He hecho lo posible para llegar pronto. Tenía muchas ganas de verte ya -le comunicó con palabras que salían como pronunciadas con una sonrisa de oreja a oreja, y con los ojos, que peldaño a peldaño ascendían conectados a los de ella con un magnetismo semejante al del imán que se acerca al metal cada vez con más fuerza.
- Te he echado tanto de menos... -dijo ella a su oído apretando sus ojos cerrados a medida que aumentaba la intensidad de su abrazo y se vaciaba, en un suspiro de reencuentro, de todo el aire ya inútil de los pulmones.
- ¿De veras? - preguntó él mientras sentía que su interior despertaba hasta el esplendor como despuntan y florecen las orquídeas vistas a cámara rápida.
- ¡Sí! ¡No te puedes hacer una idea de cuánto! -dijo ella con una abrumadora brisa de verdad antes de que un simple, largo y profundo beso cerrara los ojos de ambos y acabara con la espera, las camas vacías y las madrugadas de soledad, un beso que empezó a colmar los huecos del abismo semanal y enterró kilómetros enteros, el inicio de un amor que empezó a hacerse bajo el dintel de la puerta una noche de octubre, al abrigo de una pasión que al fin estalló olvidando junto al piano negro la maleta gris, como una premonición.
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