jueves, 17 de septiembre de 2020

Septiembre sabe


 

Sabe septiembre

un poco a año nuevo

-apenas salí de las aulas-, 

a vida nueva

-más recientemente-.

Cinco años la han estirado día a día:

ya alcanza los altos globos,

el elefante de la estantería,

algunas noches, la luna pequeña,

a diario, mi boca.

Conoce el escondite de las golosinas,

disimula mal 

su incursión en el del chocolate

-casi a diario, su boca-

con la que me honra 

-y me ensancha-.

Tiene el genio justo y un pez azul,

aprende del diálogo el diálogo,

valora las palabras precisas

aunque a veces sea obstinada,

y zanja y te enseña que, 

después de todo,

"no pasa nada".

Sabe por qué es guapa

-porque mamá y papá lo son-,

que hay colores que no combinan

y que ser buena combina con todo, 

que los demás también existen,

y los errores y el perdón.

Hola fue su primera palabra,

su primer garabato, un corazón,

le gustan los ponis y la amistad,

entona cualquier canción

y me muero cuando canta en inglés

-a diario, su boca-.

Todo tiene su lugar:

sus juguetes, sus rutinas,

su tono al hablar, sus libros

y los álbumes de fotos que hojea

-quiere volver a Nueva York-.

Dice ahora -por esperar a Violeta-,

que ya no me haré mayor,

que no seré como el abuelo

-con su reloj de amor mide el tiempo-.

No sabe que destino y sentido es ella,

quiero decir,

que si viajase al pasado,

cada paso que di daría de nuevo

hasta estrecharla en mis brazos,

no sabe mi pequeña unicornio

-hoy,

aún,

quizás,

seguro que sí-

lo que un día le contará este poema

y el cálido escalofrío del beso 

que porta este punto final.

Y a diario, mi boca.







2 comentarios:

Rocio dijo...

Qué bonito Luis! Guárdalo para que pueda verlo cuando sea más mayor

Anónimo dijo...

Que bonito escribes Luis!!!!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...