Ni sus labios
ni sus ojos
ni el quiebro de su cintura
ni sus caderas
ni su gracia
ni su melena larga
ni el fluir de sus pasos
ni el perfume de su contoneo:
lo que palpita dentro de ella,
las palabras que habitan su cerebro,
las melodías que agitan sus venas,
lo que deshace de mí
una mañana de niebla,
la luz -su luz-
que me recrea.
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La lista de deseos
Hace 2 semanas