Mis ojos saben hablarme al oído
y embaucarme con dulzura,
susurrarme sus verdades sensibles,
venderme la piel de la Tierra,
las siete maravillas antiguas
y hasta las modernas,
el espectáculo de las lenguas de lava,
la concavidad de tu cintura
y la convexidad de tu cadera,
ese juego de líneas, ese quiebro
que me hace perder el equilibrio,
que logra incendiarme como yesca,
hoguera que la noche apaga,
espejismo que el agua tumba,
pared que trepa la hiedra.
Pero la palabra justa se clava
más allá de los oídos
y puede erigir un planeta derruido,
hacer girar un mundo entero
que solo pueda detener un beso.
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La lista de deseos
Hace 2 semanas