sábado, 14 de mayo de 2011

El piano y tú

Haz sonar la melodía antes de comenzar.



Las luces de los faros del coche se apagaron y en ese mismo instante levísimo se encendió la noche sobre nuestras cabezas, como en un efecto teatral y mágico que no era otra cosa que el universo tarareando su música de medianoche, un repentino baile de estrellas vestidas de nubes y de luna que jugaba muy en serio al escondite al que acudimos por sorpresa con lo puesto: unos vaqueros y unas camisetas, o quizá tú una camisa, o quizá un jersey cada uno (disculpa que no recuerde la ropa en momentos así, en días de tan auténtica desnudez).

Fue de esas veces que la noche te hace protagonista de películas que nunca nadie proyectará y todo se torna un decorado magnífico, un escenario incomparable en el que la historia se va a romper como una semilla para prolongarse hacia el futuro. Por eso, después de que un par de canciones adornaran la percusión rítmica de algunos besos, antes de llegar a bajar del coche tú por tu lado y yo por el mío creímos activar todos los efectos especiales, y mientras algunas estrellas se ocultaban intermitentemente lejos, sobre la ciudad frente a nosotros, mientras la luna se atrevía a hacer de luna, nubes negras se confabularon y comenzaron a caer las gotas.

Como si acabara de descubrir la señal para desencadenar el resto de la historia, volví a meter la cabeza en el coche buscando los controles del disco lleno de canciones en mp3 que estaba sonando, impulsado ciegamente hacia una pista que iba a musicar el momento más especial. Una vez encontrada, giré la ruedecilla del volumen y los primeros acordes de piano cayeron como terciopelo sobre un suelo que estaba recibiendo una tormenta de gotas de agua.

Yo sé que recordarás siempre cuando volví a sacar la cabeza del coche y tú me estabas esperando al otro lado con ojos de noctiluca sobre el mar, cuando rodeé el coche como un autómata despreciando el mundo alrededor para llegar irremediablemente a ti. A ti y a tu boca. La lluvia nos empapaba y, deslizándose como en caminitos de agua por toda mi cara hasta el cuello, las gotas iban a evaporarse a mi pecho. Tu pelo era una cortina húmeda que enmarcaba nuestros besos y, en tu muñeca, más arriba de nuestras manos entretejidas, las agujas del reloj giraban enloquecidas frenéticamente sin intención alguna de frenarse. Para entonces, las notas más agudas y lentas del piano nos encogían el alma y nos zarandeaban como en un ir y venir de olas dando vueltas a la vez. No me hagas caso, pero creo que bailamos un vals.

La tierra que pisábamos se iba ablandando armónicamente como un bizcocho sumergido en leche caliente, la hierba dejaba algunos destellos mínimos en la negrura y los charcos empezaban a formarse con la urgencia que la tempestad provoca. En aquel instante de la noche, ya cerrada, sólo el piano y tú. Y yo. Unidos. Un punto danzante y luminiscente en aquel improvisado teatro oscuro e inmenso que se hizo tan eterno que perduró más allá de la última lágrima del piano. Como ahora que me estás leyendo.
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7 comentarios:

Sabagg dijo...

Pido disculpas por mi cara dura. Ya ves que las palabras pueden crear historias, dar vida o quitarla, engañar al lector, fantasear, completar lo que alguna vez sucedió o limitarlo, adornarlo todo de cartones vacíos, latir, qué sé yo... Y yo acabo de perpetrar el crimen con estas líneas. Fíjate la de cosas que inventé para contar que era de noche en campo abierto y empezó a llover, que te saqué del coche a bailar una pieza de piano como un vals y que te besé en los labios hasta el infinito.

Con pecas de panecillo integral dijo...

Simplemente, guau :)

Elchiado dijo...

yo creo que aquí ya había dicho algo, no?, porque leerlo sí que lo había leído. Creo que te ha salido la parte terrón, terrón... de azúcar. Y te ha salido hermosa, además (como siempre, vaya, no es ninguna novedad) Un abrazo

Con pecas de panecillo integral dijo...

Que internet se comiera esta entrada escrita antes, ha hecho que vuelva a disfrutar con ella de nuevo.

Increible.

Sabagg dijo...

Me llevé un susto tremendo. Efectivamente, internet se comió esta entrada y yo no tenía otra copia hasta que recordé que estaría en la página donde registro cada texto. Fue algo raro, un tema de mantenimiento de blogger, pero mágicamente esta mañana apareció de nuevo, sin mediar yo, eso sí, sin los distintos comentarios que ya había. Esos, por desgracia, se quedaron en el limbo de los satélites. Un abrazo a todos!!!

Abigail LT dijo...

Blogspot se ha vuelto loco más d 24 horas!

besos precioso!

Lola Fontecha dijo...

El trabajo me tiene absorbida y esta entrada no la había leido... por mi parte doy gracias al error de Blogger porque de otra forma no habría llegado a mi mmmmm. Chulisima me ha encantado Sabagg. Un beso

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