martes, 2 de noviembre de 2010

Entrando noviembre



Estos días azules y fresquitos a la sombra son como de mayo, pero las flores no se ven en el campo, y sí en las cocheras y en los escaparates, hincadas en macetas, clavadas en tiestos, porque no es primavera de verdad. Las personas aumentaron sus pasos hoy, y van todas más rápido, más cargadas y son muchas más que cualquier otro martes. Parece que algo las hubiese vuelto locas. Uno no sabe si mañana se come más que en todo el año o si las gachas y aquellos dulces que tanto te gustaban son los culpables de tanta bolsa y del humillo que asoma por algunas chimeneas, bajo las cuales está la mano experta de la abuela o mamá. Uno no sabe bien si mañana es un día feliz o triste, si un día medio de duelo o medio de alegría. Es la tibieza que tiene que sea un día de recuerdo, caliente porque al evocar el pasado aparece lo bueno, lo dulce, lo especial, lo mágico que pasó con esa persona que ahora estará cuidando de ti, y frío porque al volver a enfocar la mirada, no está, ni volverá a estar, aunque estará viva de otra manera, en la memoria. Para existir es necesario que alguien crea en ti, que te dé nombre, que te quiera. Lo que no se recuerda, deja de existir. Así mueren de verdad muchas personas que ya se fueron y se apagan muchos antiguos sueños. ¿A que alguna vez viste una lápida sucia, rota y sin flores? Uno no sabe si es por eso que se llenan ahora los cementerios, para que con un ramito de flores no mueran más los que ya murieron. Pero yo sé que tú, como yo, no muestras tu recuerdo sólo en las flores. Sé que a veces te acuerdas de una nana cuando eras diminuto y de un día de Reyes rompiendo papel de regalo como poseído. Te acuerdas de un cumpleaños, cuando el aire no te alcanzaba para apagar las poquitas velas, y de un paseo una tarde cualquiera de diciembre, y de la nochebuena y la Navidad. Te acuerdas de un caramelo que te dio y un regalito que te hizo. Te acuerdas de un cuento que te leyó y un juego que te enseñó. Te acuerdas de cuando veló tu sueño, de cuando te cuidó estando enfermo y de cuando te hizo unas cosquillas que te parecían interminables y casi te daba algo de tanto reírte. Te acuerdas de su cara, de sus manos suaves, de sus gestos, de su sonrisa con la que aprendiste algo más de la alegría... Te acuerdas de que te cogía cuando te tambaleabas y te caías, y de ir de la mano a muchos sitios, y de sus cariños en el patio donde conociste colores y olores en las flores del rosal, aquellas rosas rojas... Yo sé que sabe que dejó un recuerdo en cada rosa. Para ella entera la primavera.

7 comentarios:

The Gossip Eye dijo...

Me quedo con la última frase:

"Para ella entera la primavera".

Lo dice todo.

Un texto precioso. Muy especial y con el que todo el mundo debería sentirse identificado, en algún momento de su vida. Yo, si lo he hecho.

Un saludo muy grande!

Por cierto, aún no has entregado el premio, te está costando decidirte? :) Hay tanto Arte suelto por ahí..

Abigail LT dijo...

Me gusta Noviembre :)
y la foto :D
besos!

Lola Fontecha dijo...

Preciosa fotografía, hermosa entrada. El otoño tiene tanta belleza junta mmmmmmm

Ana Liyu dijo...

Yo si me "acuerdo"...
Besos
Elo

Espérame en Siberia dijo...

¡Pero qué bonito!

Arya dijo...

Tu escrito es dulce como un buen abrazo...


Regreso bajos vientos de otogno :)

Adm Ink dijo...

Un poco triste&melancólico pero sobre todo, bonito.

''Yo sé que sabe que dejó un recuerdo en cada rosa. Para ella entera la primavera.''


Besos con olor a primavera.

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