domingo, 16 de mayo de 2010

Soledad aguarda


La casa que era libertad
es ahora una prisión
de tejas rotas
y estancias en penumbra.
Los pasillos son laberintos
que no llevan a ninguna parte,
recovecos donde aguarda Soledad
-tan tímida como siempre-
como minotauro omnipresente
que ya no asusta
pero da miedo.
El espejo del baño guarda
restos de gotas salpicadas,
marcas de manos entrelazadas
que señaló un vaho ardiente,
la huella de un beso en sucio
y las letras carmín
que dicen: Me encantas.
El salón está lleno de cojines
eternamente desordenados
y la mesa sostiene
puñados de recibos sin pagar.
En la cocina el té está frío.
La cama es un templo en ruinas,
un campo sembrado
de celuloide viejo
de sueños quemados.
Y las sábanas sin ti,
vida,
son absurdas.

2 comentarios:

Matthew dijo...

... Me he quedado sin palabras..
Escalofrios.. Transmite tanto..

MâKtü[b] dijo...

es hora de reformar la casa...

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