domingo, 14 de febrero de 2010

El tren hacia el día

La noche vuelve. El tren pasa. Subo. La puerta se cierra como al vacío, y me deja a mí dentro. La atmósfera me pesa más. El cuello no me permite resistirla. Lloro. Lloro mucho. Mucho mucho. El vacío. Será el vacío. Me dispararon a las alas. Me desespero. Se agita mi aliento y me falta el aire y me caen las lágrimas y los latidos me oprimen el pecho y no sé qué hacer y la gente duerme y debo estar callado y no puedo despertarles de sus sueños y me tengo que controlar el ruido al respirar y me cuesta y no puedo y luego lo voy consiguiendo y me voy relajando, mi cuerpo se serena, mi espíritu queda vencido, mis ruidos paran.



Fabrico silencio en el vacío. Sólo queda el estruendo metálico del tren pasando. Cesará más lejos. Bajaré. Volverá el día.

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