Cuando pasen muchos años
-ojalá que muchos-
y la vida te haga llorar
-una triste despedida,
un error, un fracaso,
un amigo, un amor,
la soledad, un mal día,
la más absurda tontería,
siquiera un fugaz dolor-,
no olvides lo que no recuerdas:
las noches como esta
en que te tomo en brazos
por tu llanto y se hace río
y el río se hace mar
y el mar se hace calma
para que vuelvas a soñar,
hija mía, dulce y poderosa,
en la manta de mi amor envuelta,
que conquistas Plutón una vez más.