En los dominios de Buda
deshabitamos nuestros cuerpos
-acaso solo de la palabra dueños-
en un jet lag de nupcias
y aviones hacia el este,
nos quisimos sin la carne
y probamos el dulce delirio
de reconocernos sin el tacto,
sin más piel que la voz sin distancia,
su íntima apariencia de hogar.
Pero, amor, volveremos a casa
y nuestro aliento al cuerpo
y las voces a las pupilas
y los aviones al oeste
y reclamaré a nuestra llegada
las horas que los husos nos arrebataron
para amarte también erizando tu vello,
alineando nuestras siluetas
como las agujas del reloj a mediodía,
para amarte, en una, cinco veces a las seis.
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La lista de deseos
Hace 2 semanas