Me pronunciabas monosilábico,
simple como decir sí;
yo te hablaba con las manos
con mimo, como mimo,
te enamoré polisémico
pero, lejos de pretenderme maniquí,
me he despertado menos monolítico
de lo que tú me has pensado,
de lo que yo alguna vez,
inmaduro y romántico,
quizá joven, creí.
Por ignorar este río y su bisturí,
se me destiñó el doméstico
y te escribe el errático,
-si es que no me busca a mí-
porque cabe un olvido famélico
entre este no y aquel sí
cuando no me pronuncias simple y llano
y solo el silencio, en vano,
desagradable e ímprobo,
me silba agudo al oído: fui.
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La lista de deseos
Hace 2 semanas