Al más joven de mis compañeros, Yuste,
ahora que empieza otra etapa,
con todo el cariño y el respeto que caben en un solo año.
Si yo fuera mayor
y entendiera el lenguaje del tiempo,
cambiaría las tizas por un balón
y me iría a jugar al patio,
a reírme con los pequeños,
a dar collejas a discreción
para así mirar con ojos nuevos
y verlo todo desde bien dentro,
y verlo todo desde bien alto.
Si yo fuera joven
e ignorara el lenguaje del tiempo,
correría la banda sin esfuerzo
y me gustaría admirar a alguien
que supiera gritar en silencio
-como Yuste a los cuatro vientos-
que los megáfonos son atrapasueños,
que hay que empezar por la alegría
para acabar siendo un Maestro.
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