viernes, 30 de julio de 2010

Una palabra mágica

A veces una palabra
puede modificarlo todo,
decir, por ejemplo, ánimo
y que resulte un abracadabra
que transforma las dudas
en la fuerza que te saca del lodo.

A veces una palabra
puede modificar una existencia,
decir, por ejemplo, amor
y que sea el toque de una varita mágica
que da compañía a tus pasos
y te conecta a la raíz de la Tierra.

A veces una palabra
puede modificar un mundo,
decir, por ejemplo, vamos
y que aparezca un puerto
para trazar un rumbo...
y que tú vengas.

jueves, 29 de julio de 2010

Hoy, que ayer aún suena

Me sentaba solo en la orilla
y pensaba en ti,
sólo en ti, lo juro,
por eso quería escuchar tu voz,
traerla conmigo a la playa
en alguna noche solitaria,
bajo cielos sin ti más oscuros.

Ayer eras la bañista hermosa,
de las más bellas que haya,
y jugábamos a encontrar formas a las piedras,
a escribir en ellas códigos secretos,
a lanzar las más feas al agua
esperando que un día
las devuelva más suaves y blancas.
Ayer juntamos las toallas
y me sonreíste, sí, mucho,
¡qué bueno!
Y me besaste
alguna vez que no esperaba.

Hoy, digo hoy,
que ayer aún suena,
hoy te sientas a mi lado
y nos desconocemos,
te sientas a mi lado
y, a pesar de todo, callas.

Warning

-Cuidado, no te enamores del poeta.
-Déjame, me gustas tú en toda tu totalidad.

lunes, 26 de julio de 2010

Toda la plata


Sólo la plata
de los olivos
en los campos secos.

Los verdes de ayer
hoy son amarillos
de pastos más muertos
que vivos,
ya ni dormidos
sobre la tierra colorada
que grita con grietas
la angustia de su sed.
Grado a grado
soporta el martirio
de su estación mala
y se vuelven mudos los campos,
los árboles se hacen estatuas
y no arrulla el arroyo
la frescura de su paso fino.
Ni el duro suelo
acoge las huellas de mis pasos
ni se escucha nada en el camino
salvo el sonoro canto
de las cigarras.

En los campos secos
sólo la plata
de los olivos,
toda la plata.

domingo, 25 de julio de 2010

Si me sumerjo en el mar

En el crepúsculo
me pinto de oro y grana
si me sumerjo en el mar
con el sol bajo
e impregna mi cuerpo desnudo
el olor a madera de las barcas,
el aire de marineros desaparecidos
que nadie busca ya,
en el fondo sepultados.

Si me sumerjo en el mar
con el sol bajo
encuentro tesoros perdidos,
y mi piel termina irritada
del óxido de viejas anclas
que busco arrancar de cuajo.

Si me sumerjo en el mar
con el sol bajo
entiendo ultrasonidos,
me hablo con los delfines
y aprendo a andar hacia atrás
como los cangrejos marinos,
lenguajes que no se hablan
en nuestro mundo.

Si me sumerjo en el mar
con el sol bajo
me encanta el canto
de las sirenas que escucho
cuando tú callas,
y me acuerdo de ti, quizá
en los acordes del viento fino.

Si me sumerjo en el mar
con el sol bajo
en el crepúsculo,
soy de agua,
y de luz y de sal,
soy más visiblemente invisible,
y tú no me ves mientras nado,
y yo desaprendo todo lo sabido
nadando sin saber ya
nada.

sábado, 24 de julio de 2010

Cosas de niños: Clara

El olor al relleno de las fajitas partía de la cocina e inundaba el salón, como si fuera el elemento inicial de un ritual para preparar los sentidos y abrir el apetito antes de la gloria que traen los alimentos al paladar durante el banquete. Dos amigas de toda la vida charlaban durante una cena en la que estaban presentes sus parejas y la niña de una de ellas, que no quería comerse el filetito de pollo. Su padre mojaba los nachos en la rica salsa de queso cheddar mientras el otro chico disfrutaba del intenso sabor de las aceitunas negras.

Clara, siendo una parvulita, a veces habla como una persona mayor, aunque al final siempre le delatan sus ganas de jugar, la euforia de verse con gente alrededor que le atiende, y por eso al final se vuelve loca, hace su teatro y hasta aprende pasos de baile, y los mayores se parten de risa. Pero aquella noche, antes de dar inicio a todo su repertorio de monerías y gracietas, escuchaba sentada a la mesa la conversación entre su madre y su gran amiga, hasta que las palabras de ella hacia su madre motivaron que interviniera:

-Anda, no digas esas cosas. ¡Mira que eres antigua, hija! -dijo la amiga a la madre de Clara.

Y Clara interrumpió: -¿Por qué le llamas "hija" a mi mamá?

(Cosas de niños).

Reciclaje

Yo creo
que de una almeja
sacó el molde una vieja
para hacerle el hueso
al melocotón.

miércoles, 21 de julio de 2010

martes, 20 de julio de 2010

Muda

El cambio
a veces pudre las ramas,
otras veces engalana el árbol
con flores y frutos.

Yo riego aquel almendro
por lo segundo.

lunes, 19 de julio de 2010

Una pequeña concha marina

Puse en tus manos la concha
que el tiempo modeló,
producto mínimo de los siglos,
del viento que siempre sopló,
del impacto de las olas,
de quien con sus manos la agarró
para jugar a príncipes y princesas
y luego en la orilla la olvidó.

Puse en tus manos la concha
que el tiempo modeló,
producto mínimo de los siglos,
de un niño que la rescató
para hacerla emblema de su castillo
y coronar el torreón
de arena, donde le da el brillo
del último sol que ya no quema.

Puse en tus manos la concha
que el tiempo modeló,
producto mínimo de los siglos,
que un niño moreno me dio.
Pero no supiste leer el mensaje
que dejó escrito la erosión;
arrojaste la concha lejos, y ella,
tan ligera, tan minúscula, se hundió.

Puse en tus manos la concha
que el tiempo modeló,
no fue nada para ti, nada,
y una tormenta del mar se la tragó.

sábado, 17 de julio de 2010

jueves, 15 de julio de 2010

Mi vida en peligro

La playa está a unos metros de donde se celebra el mercadillo. El pasillo entre los tenderetes es como una arteria por la que circula la vida de este pueblo junto al mar, un ir y venir de gentes de distintos colores, de distintas lenguas. Unos trabajan y gritan su oferta. Otros pasean y observan cada puesto en busca de algo que necesitan o en busca de algo que empezar a necesitar. Muchos se pueden permitir empezar a necesitar cosas innecesarias.

En mitad de este trasiego, un individuo medio escondido entre dos puestos, sin llamar la atención -me atrevería a decir que algo camuflado- como si fuera un turista más de unos sesenta años. Lo acabo de ver con mis ojos. Ha sacado discretamente su pistola, ha estirado su brazo, ha guiñado su ojo y, cuando el corazón se empezaba a helar ante el inminente movimiento del gatillo, ha sonreído con la mayor frialdad posible para gritar: "O me compras o te disparo".

No le he comprado. He girado la cabeza para seguir mi camino, pero él ha cumplido su amenaza, si bien estoy vivo para contarlo: me ha descerrajado cinco pompas de jabón y me ha herido de infancia, y he visto pasar ante mis ojos rápidamente las lentas tardes de verano experimentando proporciones hasta dar con la receta exacta de jabón y agua para soplar a través del aro y hacer las pompas más grandes y más consistentes. Estoy sano y salvo, sí, no te preocupes por mí, pero ya con la consciencia recuperada pienso que este viejo con sus tiros ha puesto mi vida en peligro vital. Y, de hecho, me ha alcanzado.

martes, 13 de julio de 2010

Cuesta, sí



Y no olvides
que el embate de las olas
agota
pero luego volverá a reflejarse
el amanecer en las aguas
que ahora maldices,
te habrá sanado la sal
y verás pescadores antiguos
y veleros blancos
hacerse a la mar.

lunes, 12 de julio de 2010

Yesterday

Las confidencias.

Nuestros hombros mojados.

Chuches y gominolas.

Fotos de risas.

Miles de apoyos.

Caracoles en las terrazas.

Canciones con huella.

Tantas tardes.

Copas de más.

Nuestros amores despertando
o recién muriendo.

Llaves de lo más profundo.

Cambiar juntos.

Siempre.

Antes.

Y ya
casi no te acuerdas


de mí.

domingo, 11 de julio de 2010

Lo que me trae el aire

Cuando me roza el aire de la sierra,
me pregunto si trae partículas del mar,
si viene en él un poco de ti,
si el viento del campo fue antes brisa
que a tu pecho pudo acariciar.

Tiempo intermedio

Me parece todo noche,
tiempo intermedio,
pausa en mitad
de mi película preferida,
un minuto interminable
para ir a por palomitas,
y tengo la piel seca,
añorando la hidratación de tu boca,
el agua de tu lengua...
Me parece todo verano,
verano de sequía,
agrietada la tierra,
desde que no te veo.

sábado, 10 de julio de 2010

viernes, 9 de julio de 2010

Sentados en la puerta

Dicen que están tomando el fresco
pero yo sé que temen irse a dormir
los abuelos.

jueves, 8 de julio de 2010

¡Nieve, nieve!

¡Había nieve!
Cuarenta grados a la sombra
pero, ¡había nieve!
Créeme,
¡todo era nieve!
Y corría en avalancha
por la piel de su espalda...
¡Había nieve!

O eso o un glaciar
que acabó derretido.

miércoles, 7 de julio de 2010

Las últimas palabras

Es difícil que permanezcan
las palabras de amor
cada día repetidas
con la verdad de las cosas de casa
tanto como aquella
por última vez dicha
antes de apagarse una voz.
Entonces esa palabra final
se graba en la frente,
se ve a diario en el espejo,
se escucha como la cuerda
de un violín, como un eco,
y cobra una vida eterna...

Nada perdura más
que el te quiero que no se podrá
volver a oír jamás.

martes, 6 de julio de 2010

Quedarán

Quedarán leves fuegos fatuos
en noches llenas de preguntas,
quedarán ilusiones, algunas,
la inmortalidad que no vino,
el crepúsculo que se presentó,
quedarán constelaciones por crear,
formas que darle a las nubes,
una pajarita sin su doblez final,
quedarán teclas por pulsar,
las palabras que no se desnuden,
el ruido del tren que se va,
quedarán los espejos rotos,
un óleo a medio pintar.

lunes, 5 de julio de 2010

Cambio permanente

Astros brillando lejanos,
energías vibrando eternamente,
planetas que se van creando,
asteroides que se pierden
en la inmensidad de lo inerte,
cuerpos celestes orbitando,
no dejando nunca de verse
en un rondar romántico,
cometas que incendian el espacio
con su materia incandescente,
universos que siguen cambiando
en una mudanza permanente,
tú y yo bajo la luna danzando,
el soplo de una vela de cumpleaños,
los trabajos mínimos de una hormiga,
el hijo de Juan gateando,
un pellizco de nervios en la barriga,
tan pequeños todos en el infinito espacio
de grandes movimientos y astros,
tan enormes que tenemos vida.

viernes, 2 de julio de 2010

Geología nocturna

Después de desatarse los elementos,
después de moverse la tierra
entre sus piernas,
el aire pesaba,
y en la penumbra de las farolas
su mano colgaba
al otro lado de la cama
con la pose caprichosa y elegante
de cuando modelan las rocas
cien años de oleaje.
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